Monterrey es una de las ciudades más bellas en las que he tenido el placer de caminar, en cierta ocasión, al ir al centro de la ciudad me percate de algo que muy pocos ponen atención, fue algo muy desconcertante que hasta la fecha no he podido entender, he aquí los hechos.
Me dirigía hacia el subterráneo para abordar el metro cuándo de pronto, observe a distancia a un sujeto muy sospechoso, con seguridad deduje que era un carterista, muy hábil, logró despojar a 4 personas de sus carteras sin siquiera notarlo, todo un maestro en este hábito. Antes de poder siquiera desviarme de su camino o de toparmelo y detenerlo, algo muy extraño aconteció.
Lo que parecía una sombra pequeña avanzó rápidamente hacia el carterista y antes de que esté lo notara, lo sujetó de un brazo y lo arrastró hacia la gente, lo curioso de este acto fue que avanzaban hacia un soporte, de por lo menos 20 centímetros de grueso, conforme avanzaban, el carterista estaba aterrado pero nadie le prestaba atención, la sombra lo guiaba hacia el soporte y mientras avanzaban se perdían detrás del poste, con escepticismo mire como del otro extremo del soporte se desvanecían, como si desaparecieran al entrar detrás de él, lo más extraño fue que el carterista se aferro con una de sus manos al poste, después de meditarlo, avance hacia la escena, mire con atención el poste y logre ver parte de los dedos del carterista pero lo demás no estaba, lo más enigmático era que los dedos se movían, se aferraban a ese soporte y yo no podía dar crédito a lo que veía, es como si la sombra se lo hubiera tragado, pero solo sus dedos eran visibles, intenté decirselo a alguien pero las demás personas evitaban todo contacto, con razón les robaban sus carteras tan fácil. En cuestión de minutos, los dedos fueron perdiendo fuerza y ante mí mirada tan fija desaparecieron, nadie más lo vio, estoy seguro que los únicos que podrían apoyarme serían las cámaras de seguridad, pero nunca encontré una excusa lo suficientemente buena para que accedieran a dejarme corroborarlo, sea lo que fuese.
Escuche ciertas historias acerca de un ente conocido como el bulto negro, una especie de sombra que se arrastra y se pierde en los rincones más imposibles, mis contactos aseguran que es una especie de duende, tal vez un demonio, uno cuyo interés se basa en la sexualidad del ser humano.
Aún bajo con temor las escaleras del metro y cuándo lo hago, no puedo evitar mirar a todas partes, esa cosa, ese bulto negro, aún sigue ahí y desaparece personas sin que nadie se percate.
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