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lunes, 25 de enero de 2010

Los traviesos juegos de los niños fugaces


El clima es un tema por demás entretenido y un buen motivo de debate, durante mi estancia en Tampico, saboree con gusto los climas tan amigables que nos ofrecía, aunque el calor era intenso y debido a la humedad uno se derretía constantemente, en tiempo de frío era realmente soportable, a diferencia de mi ciudad natal: Monterrey, cuyo clima es realmente extremoso.

Uno de los principales atractivos turísticos de Tampico, son sus majestuosas playas, curiosamente, Tampico no posee esta ventaja , está se ubica dentro de los límites de ciudad Madero, en el mismo Estado aunque a la gente no le importa, para todo el Estado de México, la playa se ubica en Tampico.

Un año se va y otro sobresale con el horizonte, las personas celebran en demasía, el alcohol brota cuál cascada en perpetuidad, corroiendo venas, arterias, dañando neuronas y debilitando el organismo huesped en cada visita, su presencia libera, deshinibe, desconcierta e incluso cesa toda actividad por períodos cortos; a la gente no le importa, este elixir les causa placer, es más que nada una necesidad y una costumbre, Dios mismo sabe que la costumbre siempre es más fuerte que incluso ese sentimiento tan sobrevalorado conocido como amor.

Un nuevo semestre inicia y me obliga a regresar a mi alma matter. Una hermosa mujer aparece de súbito en mi rango de visión, su fina estampa me obliga a seguirla con la mirada, después de unos minutos, mi curiosidad desaparece.

Con el boleto en mi mano, me apresuro a abordar el camión que me llevará a la ciudad de Tampico, mis familiares me ven partir, ambos sabemos que no hay necesidad de mostrar tristeza, en 6 meses regresaré, para bien o para mal, pese a quién le pese.

Al depositar mi humanidad en el asiento designado, para mi sorpresa, aquella mujer hermosa que había visto en alguna ocasión por el centro de Cadereyta Jiménez, adornaba el asiento a mi lado, su expresión al reconocerme, fue tal vez la de un recuerdo vago sin ninguna expectación, mi estancia durante el trayecto fue placentera, verla dormir en posición fetal fue lindo, pero lo más excepcional fue cuándo me sugirió que mi hombro le sirviera de almohada, aunque claro, fue algo incómodo, mis impulsos de macho buscaban una oportunidad para poder salir fúricamente y llevar a cabo sus necesidades fisiológicas, pero mi autocontrol era imponente, aprovecharme de una mujer para saciar mis instintos era algo realmente inaceptable, ya había tenido oportunidades así, pero gracias a mi autocontrol, gané grandes amigas, además, mis amigas, al ver lo mucho que las respetaba, tarde o temprano terminaban por aceptarme; las mujeres no son para nada misteriosas, tratalas bien, cuidalas, respetalas pero nunca para aceptar algo a cambio, ellas conocen y distinguen a quiénes les quieren hacer daño, saben en quién confiar y solo se entregan a la persona a la que admiran y respetan. Durante el trayecto, vagamente, tuve algunas reminiscencias de algo que había experimentado en mi anterior viaje; la mujer que caía suavemente en mi hombro se acurrucaba plácidamente, su rostro me recordaba a una mujer asiática, durante unos instantes logré visualizar un hilito de baba de sus labios y antes de que lograra acomodarme, la expresión de la criatura que se me apareció semanas antes surgió de súbito, no grité, ni siquiera me moví, mis reflejos no reaccionaron, pero un extraño hedor emergió desde lo más profundo de mi estomágo. Mientras me reincorporaba, la hermosa mujer subía sus piernas a mis muslos. El resto del camino fue tranquilo, pero evite mirar la hermosa cara de esa mujer.

A mi arribo a la ciudad de Tampico, las calles apagadas y secas de la ciudad me daban la bienvenida, mis familiares me recomendaban que pagara un taxi hacia la casa de mis tíos, pero estaba muy cerca de la central, así que sin dudarlo me encaminé por una avenida conocida hacia mi destino.

Generalmente, este tipo de lugares era muy conflictivo, ya que individuos solían consumir sustancias psicotrópicas y gustaban de asaltar a cuánto transeúnte se atreviera a transitar por sus territorios; es curioso, cuál perros delimitando su territorio, los humanos repetimos conductas y patrones dignos de animales, ya que a fin de cuentas, pertenecemos a su clasificación, es por demás relevante que la manera en que evolucionamos genera una desevolución en ecosistemas y hábitats, es supongo, nuestra naturaleza.

Después de mi travesía por esas calles, un merecido descanso en casa de mis tíos era necesario.
Una vez más, todo volvía a su cauce; de una manera un tanto torcida. Inscripciones, estres, reunirse con los compañeros, estres, batallar con los maestros por materias empalmadas, estres, conocer a gente nueva, estres; la universidad poco a poco se convirtió en un lugar imprescindible en mi vida, no es que fuera un cerebrito, la verdad es que pase tanto tiempo en ella que la lllegue a considerar mi hogar.

Durante mis horarios de clase, logre juntar un grupo de amigos que hasta la fecha se mantiene unido, con algunas bajas claro, pero seguimos en contacto, por respeto a mis conocidos, solo los nombraré por sus apodos o por los sobrenombres que les asigné, espero que mis amigos no se sientan ofendidos por formar parte de mi serie de relatos; ya que ellos desconfiaron de mis historias debido a mi personalidad nerviosa y tímida y a mis historias increíbles, aún así, jamás les recriminé el que no me creyeran, lo único que me negaron, era el desahogo; platicar de sucesos personales con otra persona sirve para desahogar penas, culpas y malentendidos, si nuestro receptor interactúa ofreciendonós una solución o aunque sea una humilde opinión, es motivo suficiente para relajarse y dejar de preocuparse, muchos traumas a priori aparecen de esta manera; por tal razón los psicológos son tan necesarios.

Durante mi estancia en Tampico, conocí a un secuaz peculiar, su apodo era algo atípico, pero, supongo, poseía cierta connotación positiva. Su sobrenombre es el "Quick" y su impresionante personalidad me salvo de una posible vida aburrida en este puerto jaibo.

No falto en mi séquito el tipo que aseguraba ser todo un casanova, su personalidad era atractiva, todo un amo en el arte de la palabrería, su sobrenombre: el "Ranma".

En apariciones espóntaneas, surgía un amigo de toda la vida, lo conocí en Cadereyta y desde entonces formamos un lazo de amistad muy poderoso, juntos protagonizamos algunas aventuras, al saludarlo me recordaba mi hogar, él es de esos amigos que aparecen de súbito y se quedan toda la vida, amigos como él no aparecen a menudo, su presencia augura buenos tiempos.

No podía faltar una mujer en mi grupo, ofrezco disculpas por no mencionarla al principio, ya que ella fue la primera persona en conversar conmigo en esta casa de estudios, su belleza era simple, nada superficial, ni exagerada, sobresalía su nariz que, aunque juraba, no tenía nada de peculiar, mis amigos perjuraban que era su rasgo más caricaturezco. Al principio, sentí un ligero impulso de atracción hacia ella, que luego desapareció para volverse en un sentimiento de hermandad, ella fue como una hermana, aunque no socializamos de una manera frecuente, mis escasos encuentros con ella eran lindos, aunque solía minimizar mis emociones y disimularlos, ella sospechaba que su presencia alimentaba mi alma. Su sobrenombre es "Maxi".
Maxi, solía juntarse con otras 2 amigas, por tal razón se autodenominaban las chicas superpoderosas en memoria a una serie de dibujos animados protagonizado por tres niñas.

En la universidad se hallaba un familiar, ella fue la que me recomendó la carrera en ese agradable lugar, mi prima. Juntos cursamos toda la carrera en la que desafortunadamente, yo me rezague durante unos años mientras ella salió en la temporada exacta, muchas de mis amistades y familiares lo vieron como una competencia entre nosotros, un signo de triunfo para ella y una derrota para mí, la verdad esconde un terrible secreto que aún no he podido revelar, uno que me limita a vivir la vida con cautela, ella me obligó sin desearlo a conocer ciertos aspectos duros, díficiles y desconocidos para mí, no me refiero a materia de fenómenos sobrenaturales, sino a fenómenos sociales en lugares conflictivos, a veces me gustaría culparla por involucrarme en estas situaciones, pero ella lo más probable es que desconozca los hechos, lo cierto es que sus constantes roces con delincuentes me ocasionaron intervenciones que hasta la fecha aún recuerdo con pesimismo, afortundamente salí de eso, pero las secuelas aún no desaparecen de mi mente, mi cuerpo sanó, pero mi espíritu aún busca encontrar paz y calma, su traición es una herida que arde cada vez que me la recuerdan, espero que algún día logre encontrar su camino, no la culpo en lo absoluto, solo me mantengo al margen, para ella, solo soy un familiar terco, molesto, autoritario y pesado, para mí es preferible mantener la distancia, ya conocí los riesgos que implican relacionarse con ella, pero supongo que mi error fue intentar cuidarla, ella jamás me necesitó y cuándo nadie te invita, para que entras.

Una mujer más aparecía ante mí, mi compañera ideal, mi amiga de aventuras y locuras, aquella persona que entro poco a poco a mi vida. "Margot" es una mujer especial. Bonita, buena estudiante, excelente amiga y con una personalidad tan amable; las palabras para describirla faltarían.
Era la típica compañera con la cuál todos querían conversar, y también ligar, pero ella ya contaba con su galán. Tal vez no era la mujer más hermosa de Tampico, de hecho no era hermosa, pero tenía un extraño imán para las personas, una extraña combinación de personalidad y un ligero asomo de belleza complementaban su status.
La mayoría de mi sequito intentó por muchas formas conquistarla, pero su corazón ya tenía un dueño, muchos ignoraron esa característica, lo cuál causo estragos emocionales leves, daño orgullos y le bajo la autoestima a unos más. Yo me aparte, la inteligencia fue y siempre ha sido mi fuerte, en estos casos, la paciencia era una virtud, una que me ayudó a soportar muchas horas tediosas, muchos eventos sufribles y muchas esperas longevas. Después de muchos años, Margot y yo comprobamos que todo, hasta el amor y la amistad, termina por corroerse; jamás logré explicarle mis actos excéntricos, supongo que todo terminó de pronto dejando heridas abiertas, con una atmósfera de incertidumbre y un enorme hueco que hasta la fecha sigue vacío.

El "Beto"y la "Clau", fueron también parte de mi sequito, pero como no los frecuenté demasiado, su participación en mis relatos será un tanto escasa; otro miembro activo fue el "Homerito", un compañero allegado a mi prima y cuya personalidad brillaba como el oro, un fuereño en todo el término de la palabra, al igual que el ranma, y su servidor, optamos por una oportunidad lejos de nuestras ciudades en un arrojo de aventura, un viaje de conocimiento y una lección de vida.
Homerito poseía conocimientos interesantes, gustaba de acampar al aire libre, buscar testimonios de la cultura huasteca, tenía interés en el tema de lo sobrenatural y ya poseía sus propias vivencias, era todo un estuche de sorpresas; conforme paso el tiempo, mucha de su vasta experiencia me contagió y me ayudó a entender que hay muchas cosas que el hombre aún desconoce y que no es posible explicarlas mediante procedimientos científicos.
Me rodee de personalidades tan fascinantes y poseedores de habilidades excepcionales, hubo ocasiones en que no me sentía parte de ellos, agradezco a la vida por facilitarme amigos tan sorprendentes, con el tiempo, arribaron más y con personalidades y habilidades por demás extraordinarias, pero en su momento los incluiré en orden cronológico.

Soportar las tediosas horas finales del día era digno de un trofeo, muy pocos las soportaban, por tal razón, las ultimas horas en la universidad asemejaba a un desierto.

En la casa de mis tíos, la mascota respondía a un cocker spanish color marrón, su nombre era un tanto afeminado para un perro, demasiado. Pinki, era la palabra a la cuál este canino respondía, a pesar de ser una raza pequeña, débil y nada amenazante, este ejemplar en especial era una excepción a su raza, su andar inquietante y sus hábitos extraños no sospechaban la verdadera fiera que resultaba. Ni siquiera un perro dobberman sería tan éficaz como el.

La noche avanzaba rápidamente sobre nuestras cabezas, el sueño nos cubría con aplomo, pero en esa casa había algo inquietante, algo que estaba a punto de descubrir.

Desde esa noche no pude volver a dormir con los focos apagados, aunque me tachen y me señalen de cobarde, hay una poderosa razón por la cuál aún no duermo hasta cerciorarme de que hay por lo menos un halo de luz que cubra gran parte de mi espacio. He aquí los hechos.

Eran las doscientas horas cuando dormitaba levemente en el dormitorio que amablemente mis tíos me proporcionaron, el cuarto era cómodo y su espacio era suficiente para albergar mis objetos personales, me proporcionaba una privacidad merecida y también me hizo saber que incluso los lugares más seguros escondían secretos tan profundos como los de un pozo petrolero.

La puerta que apartaba mi habitación de las de mi familia estaba perfectamente realizada, mi tío es un gran carpintero, el solo realizó la mayoría de los muebles de la casa, su ocio era impresionante, se convirtió en una maestro en este arte. Esa noche, una intensa ráfaga de viento entro por una ventana abierta que desembocó una estampida de ropa, utensilios personales y objetos pequeños. Con toda la seguridad del mundo, me levante a recoger todo el desorden, pero debido a la hora mejor pensé en hacerlo al empezar el día, así transcurrió una hora, en la cuál aconteció algo inexplicable. Un ambiente raro imperó en la habitación, la puerta se golpeaba una y otra vez y yo aún vacilaba en cerrarla por completo, después de unos minutos la puerta se detuvo dejando espacio a un silencio sepulcral, uno que anunciaba un evento peculiar.
Una ligera, apenas perceptible y audible sonrisa, hizo acto de aparición, era la de un niño; con normalidad, pensé, que era uno de mis sobrinos, ya que uno de ellos dormía al lado de mi cuarto, pero al levantarme y observar, mis ojos se quedaron perplejos. Ante mí, se encontraba lo que parecía un niño, pero no completo, era como una imagen borrrosa, como un holograma muy vago al cuál le faltaba la mitad, se visualizaba de la cintura hacia arriba, en medio de una lluvia de chispas empezó a materializarse otro niño más, su presencia enrareció el ambiente de una manera más recia, con una actitud estática logré ver una aparición más, pero está era más simple, después del espéctaculo de luces, unos piecitos regordetes empezaron a caminar por todo el cuarto, en total, eran tres entes parecidos a niños, sus movimientos eran tan fugaces que parecía que desaparecían, avanzaban de una manera muy películesca, por 20 minutos me quedé atónito, observando las travesuras de estos pequeños entes, una vez más, las trescientas horas eran el horario ideal para fenómenos de esta clase.
Conforme pasaba el tiempo, me acostumbraba a sus andanzas, sus jugueteos, a veces, se detenían para mirarme fijamente, luego, solo corrían sin sentido, no producían ruido, el único sonido que causaban era el resultado de las cosas que tiraban, después de unos minutos empecé a reírme, en cierta parte era divertido verlos jugar, una sensación de bienestar invadía toda la habitación, de pronto me sentía tan lleno de vida, como si también me convirtiera en uno de ellos, la sensación era placentera. El tiempo transcurría y los niños seguían divirtiendosé, hasta ahora, todo transcurrió en una experiencia diferente, pero pronto todo se invirtió de manera muy violenta.
Uno de los entes se paro enfrente de mí y los demás le siguieron, las patitas regordetas no dejaban de bailar mientras me rodeaban, por momentos contuve mis emociones y de un momento a otro uno de ellos me dijo algo que hasta le fecha me provoca escalofríos.

-¿Quieres jugar con nosotros?, ven, será divertido-.

Mi respuesta tardó en aparecer, al final, solo los miré divertido mientras rotaba mi cabeza en señal de que los negaba, eso fue suficiente para ellos.

De repente mi cuerpo empezó a pesarme, caí bruscamente en la cama y sentí a alguien arriba de mí; algo parecido a la expresión: "se te subió el muerto" . Con una agitada desesperación intenté reincorporarme pero mi cuerpo no me respondía, ni siquiera me reaccionaba, mientras enfrentaba esta terrible sensación, algo subía por mis piernas lentamente, no era algo físico ni tangible, era una corriente de aire helado que recorría mi cuerpo serpenteandosé, era algo aterrador, algo horrible, una situación incomodísima, la desesperación de esperar a que aquello se asomara a mi rango de visión para poder encararlo me mataban de la angustia, era algo ajeno a los escritos que había leído, no era una representación fiel.
Pronto, el aire helado se situó en mi rostro y una forma apenas reconocible hizo acto de presencia. En ese entonces casi me infarto de ver esa cosa, pero después recordé que lo que apareció era una versión mucho más bizarra de la niña que apareció en la película el exorcista, con la lengua larga y asquerosa como elemento gratuito.
Según mis investigaciones, esta clase de seres adopta temores del subconsciente de la víctima en cuestión, logrando así su logro inminente, pocas personas sobreviven para contarlo, las que sucumben ante estos entes, son confundidos como suicidas, relacionados con infartos y en la mayoría de los casos nunca logran ser resueltos.
Su pregunta era insistente, en ese entonces no entendía su connotación, pero tiempo después descubrí que esta pregunta era una invitación forzada a un destino incierto, lo único verídico y factible es que todas las personas que aceptaban la invitación, en ese instante, cesaban todas su funciones vitales.
En el aspecto científico, encontré unos escritos de un francés que proponía una teoría en la cuál los fenómenos de esta naturaleza son en realidad párasitos, algo similiar a las amibas o la asquerosisíma solitaria, alimentandosé de nuestro organismo como un simbiote y controlando poco a poco al organismo huésped, esta teoría surgío gracias al estudio en un manicomio ubicado en los extremos de la capital francesa, como redactaba el libro, la mayoría de los pacientes presentaban síntomas incorrectos y dudosos, por lo tanto, se les sometió a rigurosos exámenes que consisitieron en analísis de fluídos, radiografías y escanners cerebrales.
El resultado final desembocó en el descubrimiento de un párasito que se adhería a uno de los lóbulos del cerebro descargando información y asimiliando el organismo residente, tomando control de sus funciones, esto daba rienda suelta a ataques del paciente, comportamientos violentos, conducta inapropiada, que según el estudio eran los intentos del párasito por tomar control total del individuo, al final el intruso perdía total control del paciente y lo dejaba en completo estado catatónico, en estado vegetativo o con las funciones motoras del organismo dañadas. El escrito, lo conseguí al igual que los demás, en tiendas con material de remate, la mayoría de mis libros más valiosos así los encontre, en alguna ocasión mostraré una lista de mi colección particular, por ahora, enfoquemónos en nuestro relato.
Ya sometido, desesperado y completamente asustado, vacilé en cuanto a su insistente pregunta, la tortura que me realizaba comenzaba a hacerme ceder, en una situación así., ¿que es lo primero que se le enseña a un ferviente católico?.
La religión es un tema por demás delicado y muy frágil, naciones enteras han sido convertidas en cenizas debido a este tema tan imponente, afortundamente, el catolicismo es mi manera de vida.
Rezar, rezar y rezar una vez más; la fe es indiscutiblemente un objeto de estudio aún inclasificable, la fe realiza cosas increíbles, libera demonios, cura enfermos y logra crear que una madre detenga un camión en plena marcha, uno que estaba a punto de aplastar a su primogénito; pero aquí es donde se mezclan dos conceptos, la fe y la adrenalina, los cuáles, como veremos en otro relato, ambos van de la mano.
Misteriosamente, la corriente de aire se detiene, deja de enroscarse en mi cuello y comienza su descenso mientras me susurra palabras indescifrables, su control sobre mí cesa, poco a poco recupero mis funciónes motoras y en un parpadeo todo termina, tengo miedo y grito el primer nombre que me viene a la mente: -¡Dios, gracias, te debo la vida!-.
Un completo sentimiento de soledad invade mi persona, aunque al lado de mi cuarto moran muchos familiares, despertarlos no es un opción, en un arranque de voluntad me levanto y cierro la puerta, no sin antes prender las luces, tengo miedo, lo reconozco, sea lo sea que haya sido esa cosa, se robo mis ganas de dormir por las noches, desde entonces, no puedo dormir, solo duermo por las mañanas, esto me ha generado muchos malestares y el molesto cacareo de mis familiares que no vacilan en burlarse de mis malos hábitos, a escasos 8 años del incidente, aún no puedo dormir, solo dormito cierto tiempo por las noches, la luz del día se ha convertido en mi sabána por el momento y la luz que me proporciona mi luminaria en el cuarto, mi boleto a la tranquilidad.
La investigación culminó en la caza de este fenómeno conocido con el nombre clave de "Chemeques" o "Duendes", seres fascinantes, protagonistas de casi todas las culturas conocidas, su leyenda los clasifica en categorías muy grotescas, la mayoría de ellos fueron niños en su momento, generalmente sin bautizar o asesinados de una forma horrible o también al morir, no asimilian que estan muertos y deambulan en los lugares que habitaron, esta clase de metamorfosis paranormal representa un paradigma de la ciencia, ya que no se ha podido comprobar, pero hay testimonios y testigos de este tipo de fenómenos.
Después de este suceso, al poco tiempo me mude con mis abuelos, donde los inquilinos son numerosos, pero ni siquiera en grupo, mis encuentros místicos cesaron.
Para mis amigos, yo trataba siempre de demostrar que no le temía a estos fenómenos, pero tengo que admitir que hay cosas en las que incluso el ser más valiente retrocedería.

domingo, 24 de enero de 2010

El encuentro con una criatura desconocida.


Mis constantes roces entre actividad paranormal y actividad normal se mezclaban tan sutilmente que no dejaba tiempo para diferenciarlas, no tengo habilidades de las que las personas sensibles profesan, simplemente soy un exceptico y a la vez credulo personaje.

Después de un intenso semestre en la Universidad; viaje a mi lugar de residencia en Cadereyta, Jiménez N.L.

Acostumbraba regresar a mi hogar al terminar cada semestre, a pesar de que Tampico era una belleza de ciudad(aunque claro, por las noches y en los lugares más antiguos y tránsitados solía ser una pesadilla como en cualquier otra ciudad), añoraba tanto regresar con mi familia, esto se volvio una costumbre, después de todo, ¿quién no regresa a su lugar natal?.

Generalmente, mis retornos acontecían de noche; aunque la mayoría de las personas dormita en el trayecto, por un extraño suceso, yo discerní de esa costumbre.

He aquí los hechos.

Transcurría la noche cálidamente, todos nos preparabamos para abordar el camión desde la conocídisima central de autobuses; era divertido observar a los viajeros que de una u otra manera llamaban poderosamente la atención.

Una pareja de ancianos cuyo cansancio era tan fuerte que los obligaba a dormir en la acera contigua a la central, solo una cobija y una almohada improvisada eran suficiente para pasar el rato esperando su camión.

La señora que guiaba a todos sus hijos atados por un cordel, al verla, me remontaba a pensamientos antiguos, donde las señoras se daban el lujo de procrear hasta 7 hijos y no les preocupaba la vida, asumían el control atandolos unos a otros para no perderlos en el camino, una metáfora trágica y a la vez perturbadora.

El grupo de mujeres que viajaba hacia tierras más prosperas, generalmente, eran mujeres del campo que buscaban el sueño americano aquí en México; horrible descripción pero no se me ocurrió una mejor, viajaban desde lugares lejanos rumbo a la capital, la mayoría de ellas era comúnmente no muy bien parecida, pero aún así se cuidaban mutuamente, como una manada, un simple guiño o saludo cortés era suficiente para despertar en ellas sentimientos profundos de ira, miedo y frustración, eran material suficiente para provocar malentendidos, preocupaciones y en algunos casos, arrestos.

No podía faltar el tipo sospechoso, generalmente, esta clase de sujetos solo tenían como elemento común que eran feos, pero no en un sentido estético, sino en toda la expresión de la palabra y mostraban un acento de preocupación y nerviosismo que desembocaba en miradas furtivas hacia su persona. Tengo que admitirlo, yo fui candidato de esta categoría, pero no por feo, sino porque siempre transmitía una sensación de nerviosismo, lo cuál me auguro muchas miradas tanto fijas como furtivas.

No era común ver viajar a mujeres muy hermosas solas, generalmente estás siempre viajaban acompañadas, aún así no faltaba el tipo ligador, aquél que entretenía a las personas con su palabrería barata y sus modos sobreactuados, era tan cómico escuchar sus diálogos; no es que uno fuera un metiche, era que ese sujeto tan hilarante casi gritaba sus hazañas. Las escasas féminas independientes eran el alimento principal de esté predador social, sus acciones eran tan singulares, esta clase de pasajero era tan entretenido.

La sala de espera era un auténtico centro de diversiónes, aunque la mayoría del tiempo generaba mucho aburrimiento.

Por el altoparlante se anunciaba la salida del camión con destino a la ciudad de Cadereyta, Nuevo León; hacían especial enfásis en la ciudad porque existe otro lugar llamado Cadereyta en Queretaro, uno al cuál muchos pasajeros visitaron erróneamente.

Después de colocar las maletas en el maletero externo del autobus, se nos indicaba el número de asiento y se nos solicitaba no cambiar nuestro asiento debido a políticas de la empresa, así como el no perder el boleto para posibles chequeos por parte de las autoridades aduanales y en caso de accidente; lo cuál, no nos relajaba en lo más mínimo.

Al abordar el camión, la mayoría de la gente se prepara para un cómodo lapso de sueño, al apagarse las luces dentro del camión, los pasajeros esperan una aburrida película que les incitara a dormitarse, aunque claro, no era necesaria.

Durante el trayecto, las escasas personas que no logran conciliar sueño suelen relajarse admirando el paisaje, a pesar de que es de noche, las luces mercuriales y la luz de la luna logran mostrar una parte del encanto del camino recorrido.

En cierta investigación leí acerca de que erroneámente la medianoche no es la hora ideal para actividades y fenomenos paranormales sino las 3: 00 de la madrugada, esto se debe a que representa una burla a la fecha en la que Jesucrito fue crucificado, ya que todo elemento satánico busca ridiculizar a las fechas religiosas invirtiendolas; como el caso del pentagrama, cuya contracultura satánica lo invierte y lo adopta como el símbolo infernal total.

Después de dormitar unas horas, decido despertar y seguir lo que resta del camino despierto, horas después, personal militar aborda el autobus y nos solicita identificaciónes, los pasajeros que aún duermen son despertados de una manera un poco brusca, agradezco a mi cuerpo no dormir en demasía en lugares públicos así como en espacios privados; en mi hogar, son legendarias las horas que me dedico a conciliar el sueño, material significativo para entretener a mis familiares y arrancarles una gran sonrisa. Instantes después de terminar el operativo por parte de las autoridades militares, todo vuelve a la normalidad, el tipo cuyos ronquidos le ahuyentan el sueño a los demás pasajeros pone en marcha su hábito característico, el otro individuo cuyos calcetines le roban la calma a todos, es señalado y reprimido, los niños que no cesan de gritar por una rencilla de control de víveres son silenciados gracias al ágil brazo de su madre, que aún en su segunda etapa de sueño mantiene el ojo vigilante sobre sus vástagos.

Las 300 horas aparecen de súbito en mi reloj, sea lo que sea que pasase, ya era designio del señor.

Todo transcurre en aparente calma hasta que el autobus realiza una maniobra de frenado que interrumpe los descansos de toda la tripulación, pero lo más shockeante acontece cuándo los choferes a cargo de la unidad corren hacia la parte trasera realmente consternados, por instinto, todos los demás pasajeros se les unen, solo unos cuántos nos quedamos en nuestros asientos; algo que hasta la fecha desearía no haber hecho; generalmente, las personas más ignorantes son las más felices, ya que desconocen los peligros que nos atañen y viven sin mucha preocupación, siempre he soñado tener una existencia así, es una lástima que aunque no lo deseé, no pertenezco a esa clase de personas, mi rol en esta vida siempre suele ser la del segundón, el compañero del heróe en cuestión, nunca el protagonista, aunque la mayor parte del tiempo, a falta de protagonistas, suelo tener que suplirlos.

Mientras los conductores son interrogados, solo unos pasajeros advierten que se frenó bruscamente porque alguien fue impactado por la unidad, efectivamente, a escasos metros, algo yace en el asfalto, su figura grotesca es iluminada excesivamente por las altas luces del autobus.

Decididamente, aparece de entre los pasajeros, el valiente, aquél tipo que proyecta una gran confianza en sí mismo. El Protagonista.

Calvo, tez blanca aperlada, ojiazul, con una voz recia, bien parecido, fornido, con una estatura casi rayando en los 2 metros, merecedor de un conjunto de miradas de asombro; un ciudadano en todo el sentido de la palabra.

Con una voz de mando, pide la colaboración de los personajes que permanecimos en nuestros asientos para salir a inspeccionar si el animal al que se le impacto se encuentra bien o habría que retirarlo de la carretera, la mayoría esquiva la mirada y la dirige hacia un sujeto delgado, desaliñado, moreno, casi rayando en lo negro, con una estatura que no rebasa el metro setenta centímetros; se refería a su servidor,
-"a mí"-.

Con el peso de todas las miradas, mi colaboración fue forzada; basandome en la lógica, entre más rápido lo hagamos, más rápido llegaremos a nuestro destino.

El nombre del valiente era inusual, Élfego, un nombre demasiado peculiar para un personaje de su talla, la tarea era sencilla, solo verificar al animal y sacarlo del camino o en su defecto, si aún presentaba signos de vida, arrastrarlo a un lado del camino y mientras nos marchabamos, llamar a algún veterinario local o simplemente dejarlo morir, la vida es tan injusta si se trata de animalitos.

Pero había algo raro en este asunto y a medida que nos acercabamos; Élfego y su servidor, nuestras sospechas rendían frutos.

Ya uno de los pasajeros había apagado las luces del camión, nos guiabamos gracias a la claridad que la luz de la luna nos brindaba, todo a nuestro alrededor era montañas y un sinfín de maleza, era muy tétrico a decir verdad, estos caminos son verdaderamente misteriosos.

Mientras nos aproximabamos a la criatura, nos entreteníamos adivinando que clase de animal podría ser, su servidor apostaba a que era un león ya que lograba distinguir su cola y me guiaba por su tamaño, mi compañero aseguraba que era un caballo, tal vez uno domesticado que logró escapar de su establo y corrió a todo galope hacia su libertad. La verdad estaba a unos pasos.

Ya a escasos 2 metros de la criatura nos detuvimos para calcular la distancia por la cuál la unidad arrojó al desafortunado animal, ya que Élfego era estudiante de Ingeniería logro calcular exactamente 25 metros, mientras el calculaba el impacto, me llamo la atención que solo una pequeña parte del frente del camión estaba abollada, eso en cierta medida me tranquilizo, si solo fue un rasguño entonces la criatura no era tan grande, se podría someter fácilmente si se diera el caso.

Los tripulantes de la unidad no perdían detalle de cada acción que tomabamos, había algunos que amenazaban con acompañarnos, pero solo eran actos espóntaneos, típicos de un macho avergonzado y humillado, acciones breves con tal de no quedar en mal plan frente a la masa de individuos.

Después de unos minutos revisamos al animal, no poseiámos ningun tipo de iluminación más que la que nos brindaba la luna, así que vagamente observabamos los rasgos de la criatura, conforme la rodeabamos notabamos cada vez aspectos tan fuera de lugar, sobresalía su cuerpo como el de un caballo pero con un tono de piel verduzco, sus garras eran enormes y asemejaban a las de un león, su cola terminaba en lo que parecía una bola de pelo con puás, al acariciar su cabeza notamos que poseía cabello, como el de una mujer, lacio, brioso, su cabeza se escondía bajo un mar inmenso de pelo, en el lomo destacaban unos cuernos como de un toro, como si asemejara el borde de una silla de caballo, sus patas trasera no concordaban, ya que estas terminaban en pesuñas; lo cuál nos culminó en un ligero escalofrío; antes de examinar su cabeza, destaco a nuestra vista ;escasa por la falta de iluminación, su tamaño, cuándo lo examinabamos nos colocamos en su cabeza y en su extremo, a cada instante, nos alejabamos mutuamente ya que con toda seguridad notamos que el animal crecía, antes de interrogarnos mutuamente si nos estaba fallando nuestra mente, un movimiento sutil de la cola del animal nos distrajo, Élfego camino hacia mí y reviso el movimiento débil de su protésis final que aumentaba considerantemente hasta dar sendos latigazos. Se consideraba como un hecho que la criatura mostraba signos de vida y que nuestro objetivo era sacarla de la carretera pero la curiosidad nos invadió cuál niños tratando de adivinar que juguetes nos traían el día en que Jesucristo Nuestro Señor arribó a nuestro mundo. Era imperativo conseguir ver su cabeza, la cuál estaba perfectamente escondida bajo el manto de cabello, sin meditarlo, Élfego, nuestro gran protagonista, se acercó sigilosamente hacia el animal con las más serias intenciones de develar el misterio de su testa. El resultado fue desconcertante e inquietante.

En muchas culturas, existen criaturas que rayan desde lo más absurdo hasta lo más interesante, la mayoría de ellas solo son productos mercadológicos que buscan promocionar el turismo en sus respectivas ciudades, la mayoría de estos supuestos lo logran.

El ejemplos más característico es sin lugar a dudas el famosisímo "Chupacabras", el cuál acaparo la atención inminente de toda la ciudad de México; curiosamente este ente apareció en momentos de escándalos políticos, a los que desplazó en titulares y encabezados, maniobra inteligente o falta de respeto al pueblo mexicano, la verdad quizá jamás se descubra.

Existen casos mundialmente famosos acerca de criaturas míticas, el más significativo es el mounstro del Loch Ness o más bien traducido como el mounstro del Lago Ness, una de las criaturas que más controversia ha causado desde su primer avistamiento por alla del 1800, relatos de testigos que luego se retractaron, fotografías falsas, testimonios de personajes creíbles;
Real o no, "Nessi"; como lo bautizaron los lugareños, ha rebasado todo límite conocido de popularidad y investigación, su reconocimiento aún oscila entre la realidad y la fantasía, a pesar de los avances tecnológicos, falta mucho tiempo para que se resuelva el caso de si existe o no, la moneda aún esta en el aire.

Estos fenómenos de criaturas aún sin clasificar los aborda una investigación nombrada "CryptoZoología", la cuál busca el reconocimiento de criaturas que hasta nuestra fecha se consideran desconocidas; por los años del medioevo, los gorilas eran fuente de inspiración para novelas de horror y satanismo, se les asociaba con el mal y todo aquel que los señalara existentes eran condenados a castigos atroces. En la época actual, es común asociarlos a la naturaleza, incluso un renombrado ciéntifico los asoció como antecedente en nuestra evolución dando a pie a inumberables críticas y rechazos que poco a poco fueron callados.

¿Existirán aún animales que no hayan sido clasificados en nuestro catálogo de fauna?.

La respuesta es tajantemente sí, aún desconocemos numerosos sectores del planeta, en los cuáles ni la tecnología actual nos ha podido adentrar, falta mucho tiempo para que tengamos nuestro listado de seres completo, este proceso podría llevar hasta milenios y contando...

Élfego, con su enorme estampa y su rol de macho alfa no logró asimilar lo que a media luz distnguíamos, si hubiera una descripción exacta de esta criatura, esta sería la de una quimera. No había duda de lo que nuestros excépticos ojos daban crédito, el miedo, ese sentimiento tan incomprendido nos invadio de súbito sin siquiera darnos tiempo a nada. Las palabras se nos trababan en un intento desesperado por describir al ser bajo nuestros pies, no era un animal, o, a la vez lo era, de una manera un tanto sarcástica.

El rostro de una mujer excesivamente hermosa se asomaba de entre la criatura, aunque su apariencia indicara otra cosa, es como si la criatura usara un casco con apariencia de mujer, sus ojos rasgados como la de una auténtica japonesa, una tez blanca, un poco bronceada, con pecas, unos labios carnosos y una hilera de dientes afilados como los de un león; cuándo trato de incorporarse, nos asomó un ligero bostezo y observamos que poseía 3 hileras de dientes, una vez más notamos que su tamaño aumentaba mientras la contemplabamos, poco a poco emergía como si se levantará de un buen descanso, estiraba sus patas delanteras dejando asomar sus garras retráctiles, mientras las patas traseras resbalaban en el pavimento por culpa de las pezuñas, su cola ondeaba incesamente, como si se encontrará hiperactiva. Al situarse imponentemente sobre la carretera, miro el autobus por encima de nosotros, sabíamos que nuestros compañeros en la unidad ya deberían estar en lo más profundo del camión, en cortas palabras, -¡estabamos solos!-.
Mi compañero me miró con un ademán de preocupación y justo antes de contestar con el mismo gesto me asestó una patada en el pecho al mismo tiempo que se tiraba al piso, a pesar del dolor me incorporé de inmediato y percibí dos puás a escasos centímetros de mí, esa cosa me había arrojado dos puás, de no haber sido por Élfego, en estos momentos solo sería un malestar estomacal en esa criatura.

-Muévete, hay que rodearla, ¡suceda lo que suceda no dejas de mirar sus ojos y su cola!-. Élfego me gritó fúricamente, no porque atesorara mi existencia, sino porque sabía perfectamente que juntos podríamos salir de este lío, en el momento que uno cayera, el otro le seguiría, estas eran las reglas del juego entre la criatura y nosotros.

La posición que sostenía la criatura era clásica, solo que sus garras eran mas cortas que sus pezuñas, me refiero a que se hallaba encorvada debido a que sus extremidades inferiores eran más largas, pronto la respuesta a mi pregunta apareció en medio de un gesto de impotencia.

Con sus cortas garras se impulso y logro erguirse apoyada en sus dos patas traseras, estabamos ante un coloso, una criatura que arrebasaba la estatura del autobus. Su cola se mecía de un lado hacia otro tratando de hipnotizarnos u distraernos, su truco funcionaba, era un animal perfectamente especializado en la caza, de todo tipo de presas, pero su principal arma era la intimidación, su sonrisa, apareció, al ver en nuestros rostros signos de desesperación. Sabíamos perfectamente que estabamos perdidos, estabamos ante una criatura "perfecta" en todo el término de la palabra, no teníamos armas, carecíamos de visibilidad, no lograbamos movernos de lo impresionados que estabamos, no eramos rival para ella; el humano dejaba de ser en este momento el líder en la lista de la cadena alimenticia, fuera lo que fuera, esa criatura ahora nos suplía. Élfego era todo un atleta, o al menos eso fue lo que intuí, a diferencia de su compañero, él si tenía posibilidades de sobrevivir, ya lo imaginaba contando a sus nietos su increíble aventura, en la de como por habilidad e ingenio sobrevivió a una criatura con solo una baja en su equipo.
Me disgustaba la idea de que me incluyera en el relato como la distracción para que el heróe lograra su supervivencia y sirviera de mártir en su aventura; aunque sonaba algo atípico de una situación así, necesitaba distraer mi mente para que reaccionara y lograra sobrevivir ante tal acto. Pronto nuestros cuerpos reaccionaron y logramos rodear a la criatura, en un momento de locura intenté tomarle la cola, está me recibió con una puá que me durmió el brazo por completo, ahora mis oportunidades de sobrevivir iban disminuyendo al tiempo que Élfego me gritaba: -¡Idiota!-.
La criatura nos observaba muy extasiada, un ligero hilito de baba se escapó de sus labios, a pesar del intenso miedo que nos provocaba, su rostro nos atraía poderosamente, curiosamente, cuándo la mire directamente a los ojos, ella se fijo atentamente en mí, se aproximó rápidamente hasta encorvarse y colocar su rostro en el mío. Una asquerosa lengua emergió de su boca y empezó a lamerme el cabello, su lengua era suave, como la textura de látex y estaba fresca, lejos de sentir asco, no sentí absolutamente nada más que el roce constante de su instrumento bucal.
Con un movimiento brusco empezó a intentar vomitar, su sonido era gutural, pausado, cada vez que lo realizaba, se erguía y se lograba notar como se contraía su estómago, así sucedió durante un período largo, mediante el cuál, Élfego aprovecho para huir, fue algo cómico ver como intentaba abrir la puerta del autobus, nadie se acercaba a brindarle ayuda, así que en un arrojo de altruismo regreso a encarar a la criatura e intentar ayudarme.
Las costillas de lo que parecía una vaca, dos craneós de perros y los restos, que asimile, era de un animal más grande se dispersaron por toda la carretera y al terminar de incorporarse me miró y me sonrió. Su sonrisa me recordó a un extraño sujeto que tuve la desdicha de conocer en una cantina escondida en lo más profundo del centro de la ciudad de Tampico, Tams.
Acto siguiente se alejo de mí, de la carretera y se perdió en la maleza, al poco tiempo, desapareció en las sombras de las montañas aledañas no sin antes lanzar un rugido desesperanzador.
Hasta esta fecha aún me pregunto como es que no me devoró si ya me tenía casi paralizado. Élfego me pidió perdón por haber intentado huir cuándo tuvo la oportunidad, simplemente, quería salir de esa situación.
Los demás pasajeros nos abrieron la puerta después de cerciorarse que ya nada había afuera salvo nosotros, cuándo nos preguntaron que es lo que había acontecido, no disimulamos nuestra expresión de desconcierto ante nuestros receptores. Después de tal asunto, porque nos hacían esa rara pregunta, Élfego irrumpió el silencio que habíamos formado después de hasberse formulado esa extraña pregunta disculpandolós con la excusa de que todos habían buscado refugio al interior de la unidad. Su respuesta no me convenció. La respuesta más enigmática fue la que nos proporcióno un señor de edad avanzada cuyas facciones recordaban a un famoso cómico de la época de oro del cine mexicano. Su parecido con el actor ya fallecido Germán Valdez "Tin Tan" era digno de recordarse. Según su testimonio, el observo con detenimiento como nosotros examinabamos a una mujer, la cuál, al levantarse, dejó ver una estatura superior a la de Élfego y cuyas facciones eran horribles, vestía una túnica gris que se confundía con su larga cabellera, y sus brazos eran extremadamente delgados así como sus piernas, después de un largo rato la mujer tomó a uno de nosotros y lo beso y acarició, después de unos minutos empezó a vomitar y dejo su gracia en el asfalto. Acto seguido, después de dar un osculo en la frente a uno de nosotros se marcho y lo señaló con su dedo esquelético para irse caminando entre la maleza, lo curioso fue la manera en que se desplazaba, se mantenía encorvada y emulaba al movimiento de una araña con las manos flexionadas inversas y cuyas extremidades inferiores también repetían.
Hasta ese entonces no teníamos la certeza de lo que había ocurrido, solo relato lo que mi mente recuerda, tal vez fue un engaño, una especie de truco de una bruja, un ser elemental u otra criatura desconocida, hasta la fecha, solo he encontrado referencias de estos sucesos en los escritos de antiguos maestros que dejaron algunos libros sobre las definiciones de estas criaturas, por los lugares altos de Inglaterra; sitio con una cultura ancestral y actividad espectral extensa.
El nombre que se les da a estos Seres es Banshee, aunque muchos expertos en el tema difieren en cuánto a sus características y el floklor. Se especula que aparecen cuándo un familiar muere y esté espíritu está ligado al pasado de la familia, en otro de sus hábitos aparece como ente encargado de informar de desgracias que sucederán en un futuro distante dando pie a posible corrección de hechos y eventos para evitar la desgracia que profesa.
En su definición más oscura y terrible; se les asocia con un temperamento violento, un ser que protege áreas protegidas de la madre tierra y que cuándo se invade estos espacios, se dedica a castigar a los intrusos con penas que van desde el cese de la vida, hasta un castigo eterno que consiste en convertirse en hiedra o en un animal enorme que camine sobre este lugar alejando a los intrusos.
Su grito y sus constante llantos son su peculiar característica, se lee en textos antiguos que muchos de ellos causaron la muerte de miles de albañiles constructores de puentes y de ciudades en lugares santos de la tierra, lo realizaron en forma de animales horribles, hasta ahora su leyenda pulula entre la delgada línea que separa a la ciencia con el floklor.

El encuentro con una criatura desconocida aconteció en uno de mis constantes viajes por autobus; a pesar de ser una experiencia por demás excentrica; los demás pasajeros no tienen idea del suceso que protagonizamos el joven Élfego y su servidor; solo el señor de edad avanzada que nos observo a detalle logró develar la escena que acontecimos, a pesar de diferir en torno a discutir el tema, Élfego opto por borrar de su memoria ese extraño pasaje en su existencia, debido a no perder la poca cordura que le quedaba después de senda experiencia. Así queda escrito el relato tal como aconteció, se sobre-entiende que el lector no entenderá bien mis escritos y los verá como una falta de respeto, lo único que busco con publicar estas historias es desahogo, son relatos personales que por un tiempo pensé que eran producto de mis constantes problemas de adaptación y son la razón por la cuál padecí un grave problema en mi época de universitario. Varios de estos sucesos marcaron mi vida permanentemente, hubo incluso ocasiones en las cuáles pensé que me había vuelto totalmente loco, a veces me gustaría pensar que fue así, que todo esto solo fue producto de mi imaginación, es una verdadera lástima que no lo sea, a veces, miro mi reloj y contemplo el tiempo que sigue su marcha, que es realidad, que no lo es, que no lo fue; los fantasmas del pasado me siguen a cada paso que doy, les llevo una considerable distancia de ventaja, lo único que me relaja ultimamente es dormir en mi casa, en mi cama, con mi familia y escuchar sutilmente...

...No mueras.

viernes, 22 de enero de 2010

El extraño incidente con un tahur


Al noreste de la ciudad de México, se encuentra una ciudad por demás singular, una ciudad cuya vida nocturna ondea como una serpiente en el desierto, dejando salir de su escondrijo a infinidad de criaturas nocturnas cuya voluntad se pierde en los ecos secos de esta metropoli porteña.
Le llaman Tampico, Tamaulipas, el "puerto jaibo".
Curiosamente, camine muchos de sus senderos, solo que no los habituales, Tampico es una ciudad rica en recursos, en materia de fenomenos paranormales, me refiero a sucesos extraordinarios, durante mi estancia, conocí a un sinfin de personajes que rayaron desde lo más absurdo a lo más siniestro.
Esta es una recopilación de mi cruzada entre la delgada línea que divide a la ciencia y el folklor, en la cuál no tarde en dudar y a la vez comprender, aunque en ocasiones aún me pregunto que fue folklor y que realidad, los hechos aún ensordecen mis sentidos.

Durante la noche del 22 de febrero del año 2002, empece a asimilar las costumbres arraigadas de ciertos compañeros de escuela, al principio me parecía tan fascinante la vida nocturna de la ciudad, tal como me la contaban, aunque desconfiaba de ciertos individuos, en esos años tenía la inquietud de vivir la "vida loca", de un muchacho claro está.

Al llegar a la ciudad me quede con familiares, mis recorridos oscilaban de la colonia tolteca, cerca de la laguna de carpintero; un lugar turístico de la zona, hacia la colonia tancol.
Esa misma noche decidí ir a conocer el centro de esta ciudad, pero más exactamente los bares que se escondian en lo más profundo de la ciudad, aquellos situados en el lugar al que denominaban el círculo.
Eran las mil cien horas cuándo arribe al lugar destinado, al principio, note las miradas penetrantes que caían sobre mí, lás cuáles se desvanecián al paso, cuál si emulara a una jungla, todos estaban cazando algo, observando a los más débiles para, en el momento preciso, asaltarlo, golpearlo o en el peor de los casos, violarlo; la ciudad de Tampico por las noches se convertia en una pasarela interminable de personas con modales raros, personas que se abrazan con personajes de su mismo sexo; supongo que así es en todas las ciudades, sin embargo, aquí era un verdadero libre albedrío.

Después de esquivar a algunas personas detestables, soportar el hedor a agrio y rancio de la turba, por fin me decidí a rondar cerca de la zona de prostitutas, es increíble el número de mujeres que se prestan a este oficio tan antiguo, no solo la cantidad sino la variedad, sorprende la manera en la que impunemente abordan las calles para prestar sus servicios.

Durante mis quejicos pensamientos, centre mi atención en un bar, más bien una cantina, una donde sacaron a patadas a 3 individuos; la escena fue hilarante, a final de cuentas, a quién no le divierte un borracho; después de tan divertida escena, me decidi a entrar, la zona de las prostitutas me causo tanta tristeza; aún siendo un hombre; las mujeres son personas, no objetos, supongo que a veces, se hace lo que se puede por sobrevivir, es la naturaleza de todo ser viviente. Dentro de la cantina, observe a mi alrededor, buscando posibles amenazas y problemas, después de unos minutos me senti seguro.

Salir con los amigos no era una opción, para mi, esto era nuevo, a pesar de contar con 19 años, siempre me mantuve al margen de estas actividades sociales, es mi naturaleza desconfiar de las personas hasta que me prueben que son de fiar, por tal razón, mis amistades eran limitadas,
necesitaba salir y experimentar por mi propia cuenta, para poder avanzar socialmente, una idea estupida y a la vez coherente.

-¡Una cerveza! - grito con entusiasmo un individuo pintoresco, su voz ronca en conjunto con su apariencia desaliñada lo hacian sobresalir de entre todos sus compañeros.
Tal vez sea el destino, aún no lo descifro, pero de entre todos los presentes, hubo alguien que atrajo mi atención por completo.

Era un tipo muy anticuado, usaba un sombrero vaquero, una especie de zarape, pantalones de franela y sandalias, sobresalia una inmensa sonrisa, donde sus dientes amarillos lastimaban la vista. Por instantes, senti la necesidad de ir hacia él, sentia un impulso impresionante de transladarme hacia su mesa, aunque desconocia el porqué; ya que realmente no lo deseaba; yo solo necesitaba estar en su mesa, antes de levantarme logre observar que sacaba de un morral diversos artículos, entre estos se hallaba una baraja de cartas de poker, un juego de dominó, unos dados y un cubilete, mientras los depositaba en la mesa, sonreía a más no poder, un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal, algo estaba mal, algo realmente malo inundaba el ambiente.
Mientras los demás se ocupaban de lo suyo, el sujeto del sombrero se preparaba para jugar con alguien, mientras mi impulso me ordenaba ir hacia él, mire con ahínco el dominó;jamás había tenido la oportunidad de jugarlo, era un ocio extremadamente lejano para mis preferencias; y como si hubiera leido mi mente, lo dejo en la mesa y guardo los demás artículos.
Jamás podré olvidar su mirada, -lo cuál era extraño-, su sombrero oscurecía por completo su rostro, más aún así podía sentir su mirada, destellante, fulminante, segura, como la de un cazador cuándo acorrala a su presa.

Antes de que siquiera razonará el porqué necesitaba estar en su mesa, mi cuerpo me dirigia automaticamente hacia él; como si fuese un zombie, o más bien un robot; no tarde mucho en incorporarme en su mesa, al estar frente a él, no dude en preguntarle su nombre, pero solo un gruñido emergió.
Con gran alegría me regalo una sonrisa, y empezó a revolver el dominó rápidamente, al observarlo detenidamente note que escondia bajo su zarape unos inmensos brazos tan gruesos como un tronco, y sus manos asemejaban a las de un pordiosero, sus uñas sobresalian en demasía, era todo un estuche de monerías.

No comprendía las reglas del juego y mi anfitrión no mostraba signos de enseñarme, lo cuál me hizo preguntarme, ¿que estamos apostando?; siempre fui muy directo; en este juego particularmente había notado que se suele apostar, ¿que exactamente me estaba jugando?
Mi respuesta llego después de iniciado el juego; una niña con un vestido blanco, desgarrado, se coloco junto a mí, me miraba un poco consternada y sin decir una palabra fue por un borracho de los que abundaban en la cantina, lo trajo de la mano, mientras el acompañante tambaleaba de un lado hacia el otro, al llegar ante mí, tomo una silla y me miró, la niña lo agarraba de la mano, lo cuál no acababa de comprender.

Cuándo el sujeto del sombrero me indicaba que jugará, no dude en tirar las piezas que poseía, su sonrisa cada vez más intensa emanaba un tono siniestro, algo que el borracho sentado junto a mí tradujo:
-¡Te pasas de tonto!-. Como es posible que juegues a algo en lo que no entiendes y desconoces, y peor aún, apostando tu alma...
En el momento que terminó no tardé en mostrar mi expresión de idiota asustado, ¿mi alma?, estabamos jugando por mi alma?, pero, ¡que clase de broma era esta!
Lo más raro del asunto era que no entendia bien la situación, desde el momento en que entre a esta cantina senti cierta inquietud en el aire, después de soltar una carcajada mire al sujeto del sombrero y este respondió mi mirada con su peculiar sonrisa; como es posible que en pleno siglo XXI aún existan este tipo de términos, la época medieval se acabo hace muchos pero muchos años.
Después de realizar mis movimientos en el dominó le pregunte al borracho que hacía una niña en una cantina, su respuesta me sorprendió; él, era la niña, me lo dijo sin vacilar, era interesante la situación en la que estaba, apostando mi alma ante un tahur anticuado, asesorado por una niña que se comunicaba a trávez de un borracho, -si, sonaba algo retorcido, como el guión de una película de terror mexicana, algo kitsch-.

Conforme avanzaba la noche los clientes llegaban y se marchaban, era algo estresante y mi rival en el dominó no cesaba de reír, sea lo que sea que apostabamos ya lo consideraba suyo.
Muchas cosas no quedaban claras...
...Mi nombre es Jesús Antonio Rocha Pecina y en ese entonces tenía 19 años, sin novia, estudiante de la Licenciatura de Diseño Gráfico en la universidad autónoma de Tamaulipas, moreno, delgado, pálido, todo un soñador, más común que corriente y aún no descubría los fantasmas de la vida.
Observando a mi rival, el señor "sujeto del sombrero", noté una botellita muy singular, en ella podía observar una marca que me resulto familiar, "El dictado de Ayala".

5 años antes de mi odisea por Tampico, leí acerca de un tema interesante, "Los Tratados del Gran Señor del Bosque; un libro de aproximadamente 500 páginas sobre brujería y temas esótericos; la razón de haberlo leído obedecía a una clase que nos obligaba a leer para fomentar la lectura, en dicho documento; que era de Europa, en español gallego, recorde un capítulo que hablaba de un perfume que rociado en ciertos espacios podía atraer a mujeres, hombres o presas y que además los inutilizaba dejandolós aptos para todo tipo de vejación, si más no recuerdo, su nombre distintivo era "El Dictado de Ayala".

Si bien era cierto o no, decidí retar a mi rival, -a cambio de lo que sea que estemos apostando, quiero tu botellita, es lo que deseo de ti-, le grité impetuosamente.

La niña que tomaba de la mano al borracho me miró sorpresivamente y acto seguido solto a su embriagado amigo para dirigirse hacia el sujeto del sombrero, este desapareció su sonrisa bruscamente. La niña del vestido blanco, desgarrado escondía un violín en su espalda, uno cuyas cuerdas en apariencia se veian viejas, desgastadas, como si alguien los tocara durante años con mucho cuidado y a la vez freneticamente.

Después de observarse mutuamente, la niña se dirige hacia mí y me toma de la mano, sacandome de esa cantina, mientras me dirijo hacia la salida, observo que todos estan tan ocupados en sus asuntos, que podrían matar a alguien ahí y nadie se daria cuenta.

Mientras me lleva de la mano la niña, me pide que pase lo que pase no voltee, y que ni por dinero vuelva a ese lugar, en ese lugar pululan criaturas que ni la sociedad se atreve a nombrar, esa noche sobreviví a mi primer encuentro con lo sobrenatural, en mi bitácora anote el nombre del personaje al cuál conocí, un Nahual. Al poco tiempo investigue sobre el folklor de estas criaturas, son hechiceros de los antiguos, la ultima vez que se les nombró fue antes del 1714, famosos por sus curas milagrosas y sus hábitos alimenticios, solían caminar por las noches envueltos en pieles de lobos y tenían la facultad de transmigrar en ellos, gustaban de alimentarse de niñas principalmente, pero también de viajeros perdidos, a los cuáles atraían mediante aromas místicos, ellos se decián devoradores de almas, lo cuál curiosamente atribuían a la carne humana el don del alma, el recipiente por el cuál se vertía, este acto de devorar almas lograba revitalizar mente, cuerpo y espíritu y los dotaba de habilidades más agudas.
Justo antes de perderme en un mar de gente, le hice varias preguntas a la niña.

-Porqué dejo de jugar el señor del sombrero conmigo si ya iba ganando-, ¿porque le mencione la botellita? o ¿porqué tú se lo pediste?

La niña se detuvo y me miró con un ademán de ternura y me contesto:
-El hizo trampa, los de su clase saben que pueden alimentarse de los humanos siempre y cuándo estos pierdan en sus juegos o sean derrotados en un deporte sin ventaja, en cuanto a deporte me refiero a una actividad en la que los humanos dominen, de lo contrario violarían una ley elemental de la naturaleza-.

-El hizo trampa al atraerte a su juego, tu no sabías jugar, el te engaño como se engañaría a un presa indefensa-.

-Esos trucos baratos provocan caos y un desequilibrio elemental; el castigo por usar artimañas de esa clase es cerrarle la puerta al nirvana y condenarlo al colocar a los de su clase bajo supervisión-.

Me quede un poco aturdido ante tal respuesta, una persona como yo esperaba algo así como:
-Se irá al infierno por sus pecados y será quemado en las llamas del infierno-, o -irá a casa de sus tíos y olerá todos los zapatos de la familia por toda la eternidad-, -eso me provocaría más miedo-.
Justo antes de soltarme, le pregunte quién era, su respuesta aún sigo analizandola, después de todo, quién se imaginariá que una niña con un vestidito desgarrado y un violín en su espalda se autonombre Baraquiel; un nombre díficil de digerir y entender.

Al salir de las zonas más atestadas no pude evitar sentir un sentimiento de alivio, sobreviví a una noche de juerga por demás extraña, gracias a una niña muy especial, una que pulula las calles más peligrosas de la ciudad y que al saber que estaba a salvo en casa de mi tíos me susurro por un oído: "No mueras".

Llegue a eso de las 6 de la mañana del siguiente día, mi excusa, quedarme en casa de los amigos, supongo que le basto a mis tíos, y me auguro una tarde plácida donde el sueño prevaleció.

"No mueras", aún la escucho por las noches.

El extraño incidente con un tahur, concluyó en una investigación sobre estos fascinantes seres llamados Nahuales cuya leyenda y testimonios sobreviven hasta nuestros días vía abuelos y personajes singulares que han tenido contacto y/o han sobrevivido a éstos, en poblaciones alejadas como la Sierra Madre Oriental, partes de Chihuahua y Chiapas, algunas partes de Veracruz y al parecer en una cantina muy conocida en lo más profundo del centro de la ciudad de Tampico, Tams.

Caso 1: El extraño incidente con un tahur, es una obra basada en hechos reales complementados con una intensa investigación, el autor da fe de los hechos pero advierte que no se hace responsable de malos entendimientos del mismo, así mismo pone a su disposición toda la investigación para que usted lea, se entretenga y comparta sus opiniones, dudas o sugerencias a este su blog.
 
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